El sistema político ha contagiado a los electores de lo mismo que sufren sus dirigentes: gritamos y vociferamos contra la corrupción, pero exigimos dádivas a cambio de nuestro voto, dinero en efectivo, viviendas, cemento, zinc, y hasta remesa y el pago de servicios públicos.
2015/ Editorial Agosto/ Por: Norbey Palacio Bolívar

Norbey Palacio: Director Periódico Econoticias y candidato al Concejo 

Resulta paradójico e incomprensible que las campañas regionales hayan terminado siendo una fiel copia de lo que fue la campaña presidencial. Ataques personales, desprestigio, trapisondas, marrullas, intrigas, sicariato moral, bandolas de perfiles falsos, hacker regionales, JJ Rendón a la provinciana, y lo más triste es que, salvo contadas excepciones, la gran mayoría de los candidatos y candidatas nos creen sin memoria e ignorantes en historia política o, lo que es peor, amnésicos.

Es común y abundan aquellos que creyéndose inmaculados lanzan piedras y dardos a diestra y siniestra, olvidando de tajo que ellos, sus familias o socios políticos, han esquilmado los bolsillos de los tulueños y el erario durante su paso por la vida político-administrativa. Algunos otros han estado vinculados a negocios turbios, administrando recursos de dudosa procedencia, o tienen familiares vinculados a negocios del narcotráfico. Pretenden dar lecciones de moral cuando no tienen el mínimo grado de autoridad para darla. Este ejercicio de las elecciones regionales ha dejado al descubierto, en su más bajo nivel,  la degradación de la condición humana que en sus ansías de poder acude al todo vale para lograr su objetivo.

Como si esto fuera poco, el sistema político y las costumbres arraigadas en nuestra sociedad han contagiado a los electores de lo mismo que sufren sus dirigentes: gritamos y vociferamos contra la corrupción, pero exigimos dadivas a cambio de nuestro voto, puestos, contratos, dinero en efectivo, viviendas, cemento, zinc, y hasta remesa y el pago de servicios públicos.


Lamentablemente se percibe una guerra sin cuartel de las mafias de la contratación en los distintos frentes. Como en el conflicto armado colombiano, las fuerzas combinadas de lucha se han trasladado al escenario político: bandidos de todos los pelambres (amangualados, posando de santos varones), empresarios corruptos y deshonestos financiando campañas, y no por amor a sus municipios; guerra y odios que han sido trasladados de manera solapada a los seguidores de la gran mayoría de candidatos, a tal punto que, cual barras bravas del futbol colombiano, han estado al borde de batallas campales en los barrios de Tuluá, solo por coincidir en el mismo barrio con su actividad proselitista.

Los candidatos hablan de paz y seguridad mientras sus militantes roban y dañan la publicidad de los contrarios, injurian y calumnian a sus opositores y se creen los dueños de la moral y la única verdad en el municipio.

Hacemos un llamado desde este medio de comunicación a todos los tulueños de bien para que despertemos, no nos dejemos utilizar y manipular por aquellos lobos con piel de oveja. Exijamos juego limpio, propuestas de gobierno para Tuluá, pero propuestas realizables; que los candidatos y candidatas nos digan cómo resolver los graves problemas de movilidad, ocupación del espacio público, del transporte informal, inseguridad, desempleo, de drogadicción y proliferación de habitantes de la calle, delincuencia juvenil, violación de derechos humanos, mala atención en salud, violencia contra la mujer, reparación y mantenimiento de la malla vial y de las vías rurales, atención integral a nuestros campesinos, y temas tan graves como el microtráfico de estupefacientes, mayor agente generador de violencia y homicidios en nuestro municipio; que nos digan con seriedad, cómo y con qué recursos vamos a enfrentar el cambio climático, cómo recuperaremos nuestros ríos y quebradas, qué se va a hacer en materia ambiental aparte de echar discursos y actividades de un día para que nos tomen la foto y justificar millonarios contratos.

Exijamos igualmente que se diga cuánto se ha invertido en cada campaña y de dónde provienen esos recursos para estar seguros que no será finalmente el erario municipal el que termine pagando las grandes deudas adquiridas en campaña por quien llegue a gobernar a Tuluá.

Amigas y amigos, la democracia se la robaron hace rato, incluso desde Bogotá han impuesto los candidatos de los distintos partidos en esta feria de compra venta de avales en la que ha caído hasta la izquierda colombiana. Hemos tocado fondo. Levantémonos y exijamos mecanismos contundentes de lucha contra la corrupción; las veedurías, la participación ciudadana y el voto a conciencia son el camino, y el momento es ahora. Digámosle a quienes aspiran a gobernar nuestro municipio y departamento que NO TODO VALE.

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