2014/ Octubre/ EconoticiaS/ Edición 96/

La zona rural del municipio de Tuluá, y en particular la media montaña, ha sido históricamente una zona de colonización. Sus veredas y corregimientos, los caseríos y caminos veredales, y cada finca o parcela establecida dentro de su territorio encuentra sus orígenes en los diferentes procesos de colonización ligados a los periodos de violencia política que han llevado y traído oleadas de campesinos desplazados desde departamentos como Santander, Boyacá, Tolima o el Quindío; quienes encontraron en esta región el lugar para recomenzar sus vidas, convirtiéndola mediante su actividad agrícola y pecuaria en una importante despensa alimentaria para el centro y norte del departamento.


Pero este fenómeno de colonización no ha encontrado aún su límite máximo como consecuencia de la continuidad del conflicto social y armado que azota al país y del cual el municipio no es ajeno, poniendo en grave riesgo la conservación de ecosistemas estratégicos para el municipio y dejando así en entredicho la sostenibilidad del mismo. De este modo, la existencia de áreas protegidas de carácter nacional y municipal presentes en Tuluá se ven amenazadas por el fenómeno de la ampliación no planificada de la frontera agropecuaria.

Ahora, el correlato de la continua colonización y ampliación de la frontera agropecuaria es también en el municipio, como prueba del círculo vicioso que envuelve la problemática agraria nacional, la elevada concentración de la propiedad rural en pocas manos. Así, el área propuesta para la constitución de la zona de reserva campesina presenta similares porcentajes frente a cantidad de hectáreas y número de propietarios que presenta uno de los departamentos con mayor concentración de la propiedad rural en el país como es el Valle del Cauca, situación que deriva en una fragmentación antieconómica de la propiedad rural.

Dos agravantes de este conflictivo escenario frente a la tenencia de la tierra son, de una parte la desigualdad para establecer los avalúos catastrales, los cuales son la base para establecer el Impuesto Predial Unificado, que es a su vez la principal fuente de ingresos para el municipio; y de otra la informalidad que caracteriza la tenencia de la tierra en minifundios y pequeñas propiedades. Ambas  situaciones generan afectaciones económicas, tanto al municipio porque deja de percibir importantes ingresos por cuenta del impuesto predial, como a los campesinos porque no pueden acceder a los servicios de crédito bancario ni participar en convocatorias para proyectos productivos, impidiéndose de esta manera la consolidación y desarrollo de la economía campesina.

Incluso, en materia socio-económica la situación del campesinado es precaria. Un 84,3% de los grupos familiares reciben como ingreso menos de un salario mínimo, 90% de los hogares con jefatura femenina están en esta condición. El 36,2% de la población sobrevive en condición de pobreza mientras un 11,4% lo hace en condición de miseria, habiendo carencias en el cumplimiento de derechos sociales como educación, salud, vivienda, servicios públicos, empleo, deportes y cultura.

No obstante, la compleja realidad que afronta el campesinado tulueño frente al cumplimiento de sus derechos sociales, económicos y políticos, llevada al extremo con la aplicación de la estrategia paramilitar entre los años 1999 al 2004 que produjo una profunda desestructuración de su tejido social y organizativo, hoy por hoy las comunidades que habitan el área propuesta para la Zona de Reserva Campesina han sabido franquear todas estas dificultades, resurgiendo una y otra vez de los sucesivos embates producidos ya sea por las políticas agrarias del Estado, ya por los efectos del conflicto armado interno o hasta por las inclemencias del mismo clima que tampoco se ha compadecido de éstas.

Así, un factor determinante que augura el bienestar del campesinado en la región es su capacidad organizativa representada en múltiples asociaciones de productores,  grupos de mujeres, grupos juveniles, sindicatos campesinos y la existencia de la Coordinación Campesina del Valle del Cauca que agrupa este conjunto de organizaciones para definir unificadamente su quehacer concreto sobre situaciones concretas; todo lo cual les ha permitido tener mayor claridad sobre  sus  necesidades  y derechos, cualificando su participación en las instancias que para tal fin existen, como es el caso del Consejo Municipal de Desarrollo Rural(CMDR) donde por unanimidad fue aprobado en el 2010 el apoyo al proceso de constitución de la Zona de Reserva Campesina de Tuluá, proponiéndola como una de las metas del Plan de Desarrollo Municipal.

No cabe que duda que en la legislación actual del país no existe una mejor herramienta para combatir todas las desigualdades y problemas que aquejan al campo que la de la Zona de Reserva Campesina. La implementación de la Zona de Reserva Campesina en el municipio de Tuluá permitiría generar condiciones para avanzar en la superación de la pobreza rural a través del reconocimiento de las organizaciones, el fortalecimiento de su papel en el desarrollo rural y fundamentalmente por la inversión de recursos del Estado para ejecutar los programas, planes y proyectos construidos por las comunidades en coordinación con el Estado.

La zona de reserva campesina posibilitaría regularizar la ocupación sobre la tierra, dándole un uso planificado y concertado al suelo e impidiendo la ampliación de la frontera agrícola. Gracias a esta figura se definirían espacios para la conservación de los recursos naturales y de este modo se propiciarían las condiciones requeridas en las cuencas hidrográficas (fruto de la interacción entre aspectos biológicos, económicos y sociales) para prevenir los deslizamientos y la disminución de la erosión.

Finalmente, se mejoraría el acceso del campesinado a los beneficios del Estado, se ampliaría la base del recaudo fiscal del municipio  por  concepto de catastro, y se fortalecería la economía campesina y el mercado interno de alimentos municipal y regional, tanto por los incentivos a la producción local como por el desarrollo del proceso organizativo.

Así, con un efectivo respaldo de las instituciones y la sociedad en general a la Zona de Reserva Campesina de Tuluá, se estaría sembrando una semilla de paz con justicia social que en condiciones adecuadas será garantía para erradicar la violencia y cimentar el progreso social, económico y político del municipio.


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