2014/ Octubre/ EconoticiaS/ Edición 96/ Por: Isabel López/

Algunos están obstinados en seguir la guerra en Colombia, muchos están decididos en alcanzar la paz. Dice Álvaro Arrosamena -pintor uruguayo- "Por naturaleza y por herencia, los artistas tenemos la tarea de humanizar" en este sentido, el arte cobra un papel importante en el proceso de construir la paz y reconstruir el tejido social. A lo largo de la historia se ha reconocido el arte como herramienta para la memoria, basta mencionar tres obras: “Guernica” de Picasso que retrata el bombardeo de Guernica ocurrido en 1937 durante la guerra civil española, la obra teatral “Antígonas, tribunal de mujeres” una creación colectiva del Laboratorio Tramaluna Teatro, que permite el relato de las víctimas en escena, o la obra plástica de Fernando Botero “masacre en Colombia”; creaciones que revelan la violencia que vivimos y no permiten el olvido. Pero además de lo estético y su aporte con la historia, se reconoce el arte como ente transformador de individuos y de comunidades, el arte que se pone en las manos de las nuevas generaciones y de las víctimas de este conflicto tan extenso nos ofrece más posibilidades para la construcción de la paz.



El acceso a la cultura en la construcción de paz El arte comunica y sensibiliza, pero el arte sin los artistas tiene su acción limitada y el arte que llega solo para los que pueden pagar, pierde la posibilidad de intervenir en las comunidades de manera significativa. Si hablamos del arte en la construcción de paz, entonces estamos declarando Arte Popular en su criterio social.

El pasado 2 de septiembre en una entrevista declaraba la actual ministra de cultura  Mariana Garcés: “Sabemos que la  verdadera manera de transformar a la sociedad es a través de la cultura y a través de la educación. En un país que necesita reconciliarse, la mejor manera de volver a hacer tejido social y de volver a generar confianza es a través de los procesos culturales que lo que hacen, básicamente, es fortalecer identidades... Sabemos que la cultura va a jugar un papel importantísimo en el posconflicto”. Se reconoce entonces desde el Estado los procesos culturales-artísticos como elemento de transformación social, pero existe carencia de recursos económicos en los Municipios para el sector cultural, sobretodo la zona rural que ha sido la más afectada en el conflicto social-armado es la que tiene menos acceso a dichos procesos.


Fernando Botero,  “Masacre en Colombia”
            .
El arte debe ser asequible a las comunidades rurales y urbanas, no solo como público, pues llevar una obra de teatro o un concierto es efímero, sino, en la posibilidad de generar procesos pedagógicos que permitan desarrollar las capacidades artísticas, la expresión del pensamiento, de las emociones y la amplitud en la visión del mundo. El arte humaniza, el quehacer artístico está ligado al reconocimiento del otro, a la memoria, permite abrir nuevos caminos. No digo que el arte es “la salvación”, pero es innegablemente una herramienta para la construcción de nuevas ciudadanías y el fortalecimiento del tejido social en un contexto de conflicto social, político y armado como el que hemos vivido por muchas décadas y de muchas maneras en Colombia, y que  aún  no  termina.
            .
Entre muchas carencias que tenemos, necesitamos el arte y artistas para la construcción de la paz; en las comunidades, en las calles, en los colegios, una urgencia y una responsabilidad de todos. Puede parecer una utopía, pero es posible tomar la guitarra y no las armas, gritar un canto y no una guerra, danzar para la vida y dejar de huir de la muerte. Que no se desentiendan los gobernantes, y que no guarden silencio los que quieren apostarle a la paz.


0 comentarios :

Publicar un comentario

 
Top