2014/ Diciembre/ EconoticiaS/ Editorial Edición No. 98/
Las amenazas al Tino Asprilla por presuntos bandidos pertenecientes a la banda de los rastrojos comandada por alias porrón, le han dado la vuelta al planeta
volviendo a Tuluá superfamosa esta vez no por las gambetas y los goles, o la
enorme herramienta sexual del ídolo del futbol si no por una noticia negativa
sobre un hecho que ni se puede ni se pretende negar y que una vez más deja al descubierto
la otra guerra de la que ni el gobierno,
ni las autoridades, los gremios, ni los
medios quieren hablar ni reconocer. La guerra que se libra a diario en todas
las ciudades del país, salvo contadas excepciones. Quien no sabe que en Tuluá,
Medellín, Bogotá, Palmira, Fusagasugá, allá y acullá, existen las bandas criminales
y la delincuencia común que se han convertido en los dueños, amos y señores de
la vida honra y bienes de los ciudadanos colombianos? Bandas criminales
heredadas de un proceso de desmovilización de los narcotraficantes disfrazados
de autodefensas o mejor llamados paramilitares, producto de la improvisación y
de las trampas y leyes amañadas hechas al antojo de quienes eran narcos pero
querían desmovilizarse como paras para cobijarse bajo el manto de los
beneficios de justicia y paz.
¿Quién
no sabe que en Tuluá, hay fronteras invisibles entre barrios y comunas? ¿Quién
no sabe que las bandas delincuenciales se dividieron el territorio para
actividades como el microtráfico y la extorsión? ¿Quién no sabe que se cobran
vacunas a tenderos, mototaxistas, vendedoras de arepas, y mil microempresarios
más? Acaso alguien que viva en Tuluá y esté medianamente informado, ¿no sabe
que aquí existen los carteles de la cebolla, del tomate, el cilantro, la papa y
demás productos agrícolas, que han cobrado la vida de aquellos comerciantes de
estos productos que han osado desafiar su poder?
Y
es que lo de las presuntas amenazas por extorsión a Faustino Hernán Asprilla,
no hacen otra cosa, gracias a su fama, que desnudar una realidad que desde hace
años se vive en Tuluá, donde los bandidos disfrazados de prestigiosos comerciantes,
cobran millonarias sumas a los verdaderos comerciantes y pequeños empresarios
para dejarlos trabajar y no atentar contra la vida de sus familias, pero
desnuda igualmente algo que no ha tenido la rimbombancia de la noticia del tino
y es el más de un centenar de familias que han tenido que abandonar a Tuluá
víctimas de este flagelo. Por indiferencia y físico miedo a denunciar todos
hemos sido responsables al creer que a nosotros nunca nos tocará, que ese es un
problema de los demás. Y es que a quienes hemos tenido el valor de denunciar,
ni las autoridades ni los organismos de inteligencia, ni los medios de
comunicación, hoy escandalizados por lo de Faustino, le han prestado la debida
atención, la solidaridad ni las garantías necesarias para generar la confianza
que le permita al resto de ciudadanos seguir denunciando. No celebramos ni nos
alegran las amenazas del Tino, pero sacando algo bueno de lo malo, podemos
decir que al fin un amenazado de estrato seis y figura de la farándula mediática,
logrará que a esta difícil situación tantas veces denunciada por fin se ponga
remedio. No hemos sido ni seremos los defensores de oficio del alcalde José
Germán Gómez García, pero ¿acaso no es este un problema nacional y departamental?
¿Qué más puede hacer un alcalde que apoyar la policía, el ejército y los
organismos de inteligencia, con combustible, presupuesto, motocicletas,
camionetas, CAI Móvil, cámaras de seguridad, laboratorio de criminalística y
convenios con la policía para que brinden todos ellos las garantías necesarias
para la seguridad ciudadana? ¿Tiene acaso el alcalde, que siempre ha exigido
resultados a los organismos de seguridad y ha elevado su voz ante los más altos
niveles pidiendo seguridad para sus gobernados, que colgarse un par de
pistolones y montarse en un elefante para salir a buscar a alias Porrón? ¿Será
acaso la seguridad un compromiso únicamente del señor alcalde? Si elegimos un
alcalde de a pie, de carne y hueso, ¿por qué creer y exigirle en unas ansias
desbordadas de revanchismo politiquero y protagonismo barato que se convierta milagrosamente
en SUPERCHEPEMAN? Claro que el alcalde ha a poyado e invertido en la seguridad
de Tuluá, así lo demuestran las cifras, claro está también que el problema es
mayúsculo, y claro sigue estando también, que la seguridad ciudadana debe y
tiene que ser un compromiso de todos.
En
lugar de jugarle al desprestigio de un alcalde por las amenazas del Tino, que
desde este medio rechazamos de plano, creemos que lo que tenemos que hacer es
rodear a nuestras autoridades asumiendo el liderazgo y constituirnos en un
frente común para derrotar a los bandidos que nos tienen cercados. Y a los
señores de los distintos medios de comunicación con profundo respeto como
tulueños agradecemos el gran despliegue dado a la noticia del Tino, pero
démosle también la oportunidad al mandatario local de que nos cuente cuanto se
ha invertido en seguridad y cuales han sido los resultados que los hay y
muchos. No pretendemos que se tape u oculte la realidad de la extorsión y el
homicidio, pero ¿se han preguntado cuántas capturas se han efectuado este año
por estos delitos? Nos gusta la actitud de denuncia y valor civil asumida por
Faustino, le acompañamos en su férrea decisión de quedarse y dar la batalla
entre todos contra los bandidos, así no tengamos un SUPERCHEPEMAN, que tenga la
varita mágica o los superpoderes para resolver con un soplo los problemas
acumulados por años ante el abandono, la desidia y a veces la complicidad no
solo de las autoridades sino de todos nosotros los tulueños.
0 comentarios :
Publicar un comentario