2014/ Diciembre/ Arte y Cultura/ Por: Isabel López Obando/

¿Para qué hacemos arte? ¿Para quién hacemos arte? ¿Cómo sabemos si lo que estamos haciendo o viendo es arte o no? Si pensamos el arte como humanidad, cuando se desdibuja la humanidad ¿se desdibuja el arte? ¿O el arte nos auxilia en medio de esta cultura consumista, egoísta, violenta?


¿Cómo hacer para no prostituirnos como artistas y sobrevivir? ¿O entramos en la expresión que ronda los pasillos culturales: Industria cultural?

Con las primeras civilizaciones, el arte surgió como parte de los rituales, la necesidad de expresar el espíritu. Luego el arte toma su forma estética, ideológica, memorativa, entre otras. Cada una sin perder la esencia: la expresión del espíritu, del ser humano.
Pero pareciera que los humanos estamos obligados a cambiar, todo se transforma constantemente, todo avanza, no importa si para avanzar atropellamos la naturaleza o la humanidad, lo que interesa ahora es correr más que el otro, movernos como máquinas, hacer parte de la industria: crea, vende, compra, endéudate, crea lo que sea, vende como sea, estamos en la tercera Revolución Industrial “Quien no se adapta resulta víctima de una impotencia económica que se prolonga en la impotencia espiritual del aislado. Excluido de la industria, es fácil convencerlo de su insuficiencia”.*

La UNESCO define industria cultural así: “Aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”.

El sistema nos encasilla en estos modos, entonces nos lleva a fabricar productos que gusten, que sean entendibles, amables para que pueda ser vendido, para divertir al cliente, ¡Arte mercantil!

“El arte se torna una mercancía preparada, asimilada a la producción industrial, adquirible y fungible”. *

Si no entramos en la onda mercantil, posiblemente la pasemos mal económicamente. Los artistas damos valor monetario a nuestras obras, en ello tenemos la obligación de autoevaluar lo que estamos haciendo y ponerlo a la opinión del público, pero siempre conservando la libertad al pensar y al hacer.  El ejercicio creativo no puede quedar archivado. Isabel López Obando Necesitamos crear, difundir y vender lo que hacemos, pero que el afán mercantil no opaque la esencia del ser.

Además tenemos la ardua tarea de formar nuestros públicos, personas que estén dispuestas a acercarse e invertir en el arte para pensar, no solo para entretenerse. Pensar el público como individuo - como sociedad, no como cliente consumidor.

Aporta mi buen amigo Juan Carlos Escobar
“El truco para conciliar ambas posturas: el arte por el arte y el arte para la industria cultural, es hacer un buen arte que sea a la vez profundo, genuino, humano, y también entretenido, bien hecho, fácil de ser entendido. Hay grandes artistas que logran conjugar ambas cosas, ahora o en su tiempo: desde Dickens hasta Murakami, pasando por las películas de Campanella o de Nolam. El buen arte “comercial” es posible, lo que pasa es que se necesitan estupendos artistas que conozcan a la perfección la sociedad que les tocó.

En conclusión, más que irse en contra de la industria cultural, y con ella del concepto de mercancía de Marx que está en disputa, el arte debe propiciar una práctica libertaria entre todos los sujetos, vincular a los hombres entre sí, poner en cuestión el orden y lo dado por sentado, transgredir las normas… y para eso no es necesario ser del todo experimental o complejo, se puede ser también masivo y divertido pero sin dejar de ser crítico.”

Dejo estos cuestionamientos abiertos y sigo en la búsqueda, encontrarnos con la esencia del ser para el arte, pensar en la posibilidad de hacer arte para la vida, responsable con la sociedad, con la historia. Entender que vivir del quehacer artístico no es fácil pero es posible; requiere esfuerzo, disciplina, tenacidad, creatividad. Provocar con lo que hacemos, poner el espíritu en ello. Colombia en su deseo de paz necesita arte que permita reconstruir la memoria y las sociedades, arte en esa construcción de paz que nos compete a todos y todas.

Querido público: No deje de ir a ver una obra de teatro, un concierto, una exposición, si puede compre la fotografía del artista, lea el poema censurado, haga una pausa, no piense que siempre va a divertirse, hay arte que primero le toca otras fibras… permita que el arte sea, permita pensarse a partir del arte, somos humanos antes de ser consumidores.

“El arte debe ser una resistencia contra el orden establecido y sobre todo en un mundo consumista debe alertar contra la alienación que las industrias culturales ejercen sobre las ciudadanías” Dario Sztajnszrajber

*Max Horkheimer y Theodor Adorno. La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas.       


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