2014/ Diciembre/ EconoticiaS/ Por: Daniel Potes
Vargas
Francisco Senén Colorado |
Partió
hacia el reino del misterio porque nadie puede decir la última palabra sobre la
condición de nauta del tiempo ilímite. Francisco fue, por sobre todo, un
cómplice de muchos procesos culturales y editoriales en Tuluá.
Abandonó
el mundo de las formas y obviamente deja el sabor ceniciento de la nostalgia,
del recuerdo que se agudiza en ciertas épocas del año como marcadores
semánticos de la ausencia.
Séneca
hizo brillar sus textos en el primer siglo de la era cristiana y dijo “después
de la muerte nada hay y la muerte en sí misma nada es”.(post morten nihil est,
ipsaque mors nihil.)
Sus
palabras de oro soportan el paso de los milenios y brillan cada día más ante
tanta estupidez literaria que circula como gran moneda.
No
por casualidad su cuerpo, macerado por el dolor de una enfermedad penosa que
derribó su alma guerrera, fue honrado exequialmente en el templo de los
franciscanos. Fue il poverello d` Asissi quien dijo de su majestad la parca,
“mi hermanita muerte”, como si fuera un ratón o una estrella, un río o la misma
luna.
Su
familia siente la pena por su partida pero dejó el legado de una fami-empresa
donde laboran los miembros de ella. A todos nos tocará el número y el día de la
hermanita muerte. Desde el poderoso rey de España hasta el gamincillo que se
acuesta con hambre en las noches bogotanas, sin excepción irán al mismo aire de
eternidad, a la burbuja misteriosa del más allá. Mientras tanto, en el más acá,
elevamos el mayor de nuestros sentimientos hacia el noble tulueño que no
alcanzó a ver su última navidad, ni a oler sus aromas ni oír sus cantares. Pero
en nuestros corazones hay unos aires sin tiempo, plenos de afecto para Pachito
Senén, con S.
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