2014/ Diciembre/ EconoticiaS/ Por: Alexander Escobar/
Aún quedan interrogantes sobre las verdaderas razones que llevaron al general Rubén Darío Alzate a viajar por los ríos del Chocó sin protección alguna, una pilatuna que le significó quedar en manos del enemigo y las posteriores recriminaciones del Gobierno que terminaron provocando su renuncia. Sin embargo, si por un lado este episodio nos llena de dudas y suspicacias, desde otro punto de vista nos aclara el porqué de la negativa del Gobierno de firmar un cese bilateral al fuego.
Conservar
alguna excusa para romper los diálogos con las FARC es una estrategia del
Gobierno para evadir responsabilidades. En la medida que la mesa de paz avanza
en La Habana, cada vez es más evidente el carácter injusto de las políticas
gubernamentales y los cambios profundos que requiere el Estado para la
consecución de la paz con justicia social. Esto último, “justicia social”, es
el apellido incómodo que atormenta al presidente Santos, y que a toda costa
evita llegue a oídos de los colombianos que todavía piensan que la paz es una
simple rendición o entrega de armas de
la insurgencia. Concepción errada, puesto que lo que se busca son garantías
para el ejercicio de la política sin el uso de las armas, y cambios en el país
que permitan al pueblo colombiano vivir en condiciones de igualdad y justicia
para todos.
En
este sentido, es la justicia social aquello que da sentido a los diálogos de
paz, presentándonos las conversaciones entre Gobierno y FARC como lo que
realmente son: una oportunidad de poner fin a las injusticias que provocaron
los alzamientos armados en el país, causas que hoy por hoy se mantienen y, más
grave aún, se profundizan a diario.
Dentro
de este contexto se inscribe la negativa del Gobierno para acordar un cese
bilateral al fuego como estrategia que aprovecha el calor de la guerra para
justificar el rompimiento de los diálogos. A Santos y las élites que lo
secundan, incluyendo aquellas que lo critican como el uribismo, les preocupa el
involucramiento que la sociedad colombiana adquiere a diario frente a las discusiones
sobre la paz, pues son los distintos sectores de la sociedad quienes
presionaron para que ambos se sentaran a dialogar, y que hoy continúan
trabajando para que la paz sea fruto de la justicia social que va en contravía
de los intereses de una clase dirigente que se enriquece de la injusticia y el
derramamiento de sangre.
Que
Santos en su momento haya decidido frenar los diálogos por la retención del
general Alzate a manos de la insurgencia, es tan absurdo como pensar que las
FARC llegasen a levantarse de la mesa por considerar que la captura de un jefe
guerrillero o un bombardeo a un campamento es una afrenta a los diálogos. Las
dinámicas de la guerra implican este tipo de situaciones que, sin justificación
alguna, el Gobierno utiliza para poner en riesgo la voluntad del pueblo
colombiano que hoy exige la paz.
No
podemos olvidar que frenar la guerra es también, y ante todo, una cuestión
humanitaria. Algo que para al Gobierno no tiene importancia porque, como hemos
visto, la muerte de cientos de soldados son solo cifras que se olvidan cada vez
que un jefe guerrillero es dado de baja. De este modo la sangre derramada del
pueblo colombiano es sacrificada para sostener la imagen de un Presidente que
ante el televisor vende la falsa idea de una guerrilla derrotada, pero que ante
un revés militar se presenta en rueda de prensa diciendo que se levanta de la
mesa de diálogos en La Habana.
La
continuidad de la guerra bajo el engaño de acabar con la insurgencia por la vía
militar ha sido el distractor, década tras década, y gobierno tras gobierno, de
una clase política que legisla para enriquecerse a costa de la crisis social
que atraviesa el país. Por fortuna, es algo que el pueblo ya ha entendido. Por
eso hoy exige al Gobierno la firma de un cese bilateral al fuego como condición
humanitaria y ambiente propicio para que los diálogos de paz tengan mejores
condiciones que permitan avanzar hacia el logro de la paz con justicia social,
y acabar, de una vez por todas, con las causas que dieron origen al conflicto colombiano.
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