2014/
Noviembre/ EconoticiaS/ Por: Isabel López
Obando/
“Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia
realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda
del revolucionario”. Che Guevara
México
sufre hace mucho tiempo la desaparición forzada; el Estado es responsable y el
dolor de éste pueblo está hoy más vivo que nunca, el 26 de septiembre a manos
del Estado murieron tres estudiantes, 25 resultaron heridos y 43 más
desaparecieron. La indignación se toma México. Miles de personas en diferentes
ciudades se movilizan reclamando verdad y justicia. Velas y antorchas
encendidas, banderas levantadas, pancartas que acusan al Estado, jóvenes
desnudos ignorando el frío que llega con la noche y entre estos miles, un grupo
de artistas con sus instrumentos musicales acompañan el caminar y el grito,
desatan el nudo de la garganta y entonan el Himno Nacional, los ojos llueven y
en silencio se escucha el sonar de los instrumentos musicales.
Luego
comienza a escucharse en una sola voz a los miles diciendo fuerte y firme: uno,
dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… al llegar a cuarenta y tres gritaban
¡justicia!
Cada
número pronunciado despacio y con coraje tiene un rostro, tiene un sueño, tiene
una familia esperando la verdad y la justicia.
Durante
décadas Latinoamérica ha sido herida entre muchas cosas por la desaparición
forzada. Estudiantes, defensores de derechos humanos, campesinos… cientos de
personas que la guerra se ha llevado, y lo común en nuestros países ha sido las
fosas comunes, horror de la guerra.
Algunos
datos
“La práctica de la
desaparición forzada surgió en América Latina en la década del sesenta.
Amnistía Internacional, FEDEFAM y otros organismos de derechos humanos
sostienen que, en poco más de veinte años (1966-1986), noventa mil personas
fueron víctimas de esta aberrante práctica en diferentes países de América
Latina. Producto de una política continental de dominación, las desapariciones
no son un rasgo exclusivo de las dictaduras militares. Países como México,
Colombia y Perú, con gobiernos civiles electos, son o han sido escenarios de la
misma”.
Lo cruel de ésta práctica no es solo la
impunidad y la angustia que genera en los familiares y amigos de los
desaparecidos. Las desapariciones vienen acompañadas de actos atroces como la
tortura física y psicológica.
“La desaparición forzada viola los artículos 3, 5,
8, 9 y 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en los que se
consagran los derechos a la vida, la libertad y la seguridad personales. El
Estado debe pasar por encima de su propio sistema jurídico para romper con las
responsabilidades y obligaciones de respetar tales derechos y garantizar el
clima propicio para su cumplimiento.”(1)
En Colombia también todos somos Ayotzinapa,
pues nosotros entendemos bien la guerra que se vive en México, no somos ajenos
a la crueldad de la desaparición, o a lo atroz de encontrar fosas comunes en
nuestros territorios. Nosotros sufrimos la misma herida, y eso nos hace
solidarizarnos con el pueblo hermano, con los padres que reclaman a sus hijos
cada día, con el pueblo que sale a la calle a exigir verdad y justicia.
¿Y
los artistas?
En
la marcha del 22 de octubre vibraba el D.F.
pues el 90% de quienes caminaban estas calles eran jóvenes sin miedo, pero un
grupo estaba armado con instrumentos musicales, levantaban sus trompetas,
violines, clarinetes, los levantaban y pedían justicia, luego con éstos
entonaban canciones. También los artistas somos el pueblo, todos somos
Ayotzinapa.
Y
nosotros, artistas del pincel, la danza, el teatro, la música, las letras, el
cine… nosotros somos el pueblo herido también, nosotros pertenecemos a la lucha
por la libertad de los pueblos, nosotros artistas también escribimos la
historia, nosotros - por la sensibilidad que se nos ha otorgado no podemos
cerrar los ojos, ni los brazos, ni la voz frente a las injusticias que se viven
en nuestro tiempo. El acto creador debe seguir siendo bello, pero consciente,
sensato. Nuestro acto creador debe aportar a la memoria. La lucha que resista
el tiempo y el olvido.
¡Hacer memoria es resistir! ¡Fuerza México,
fuerza Latinoamérica!
Notas
(1)
(http://www.derechos.org/koaga/vii/molina.html, La desaparición forzada de personas en
América Latina, Ana Lucrecia Theissen)
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