2014/ Marzo/ EconoticiaS/ Edición 94/ Internacional/ Por: Alexander Escobar/
Contra la República Bolivariana de
Venezuela se adelanta una campaña de desprestigio a nivel internacional.
Analizar el comportamiento de los medios privados de comunicación contra el
Gobierno del vecino país, juega un papel importante para entender el objetivo
desestabilizador que la oposición venezolana conspira desde que Hugo Chávez
ascendió en forma democrática al poder, y cuya máxima expresión de violencia
quedó registrada en el golpe de Estado que dieron en abril de 2002 contra la
Revolución Bolivariana.
Los recientes hechos del mes de
febrero en Venezuela marcan la continuidad de lo que se conoce como Golpe
Suave, un tipo de golpe de Estado que fue pensado y formulado por el filósofo
estadounidense Gene Sharp, cuya “política de la acción no violenta” ha sido
puesta al servicio de Estados Unidos para derrocar gobiernos que resultan
incómodos para sus intereses.
A diferencia de los golpes dados en América
Latina que establecieron cruentas dictaduras militares, el manual de Golpe
Suave cambia el uso de las armas y bombardeos por una estrategia de mentiras y boicots.
Asegura su creador Gene Sharp: “nosotros
combatimos con armas psicológicas, armas sociales, armas económicas y armas
políticas”. Y fieles a las palabras de Sharp, la oposición aprendió a
actuar en Venezuela, debido a que la experiencia de golpe de Estado de 2002, y
la respuesta del pueblo y los militares bolivarianos que devolvieron a Hugo
Chávez al poder, demostró a los golpistas que con el uso clásico de la fuerza
no podrían derrotar a la Revolución Bolivariana que continúa elegida
democráticamente en el poder.
Por tanto el uso del Golpe Suave
resulta la única alternativa a los intereses antidemocráticos de la oposición,
que presumiendo de ser una política pacifista, en el fondo entraña una
violencia que a través de mentiras, boicots, actos de sabotaje a la
infraestructura, y la búsqueda de confrontación entre chavistas y opositores,
buscan generar un clima de ingobernabilidad que lleve a la renuncia o
derrocamiento del Gobierno, el cual no sería sustituido por un una junta
militar como en las dictaduras clásicas, sino que sería reemplazado por un
Gobierno de transición que posteriormente manipularía elecciones para elegir un
candidato de la derecha golpista en el poder.
Y para que esto ocurra, los medios
de comunicación privados constituyen el eje central de esta estrategia de golpe
contra Venezuela. Porque mentiras y desinformación son el alimento diario de la
oposición venezolana que en redes sociales y medios internacionales circula sin
vergüenza alguna. Sobre este hecho podemos citar las falsas fotografías de
represión difundidas sobre Venezuela que en realidad corresponden a otros
países, y que miles o millones de personas las reproducen sin que la gran
mayoría llegue a enterarse que todo fue producto de una farsa.
Solidaridad internacional buscada a
través de mentiras es la campaña golpista que atrapa a incautos que creen
apoyar a grupos pacíficos de oposición, personas que desconocen la realidad
venezolana porque los medios internacionales no les presentan las edificaciones
que han quemado y destruido, los manifestantes que fueron detenidos portando
armas de fuego, las personas asesinadas por los golpistas en las barricadas, ni
los motociclistas muertos a causa de las guayas tendidas de lado a lado de la
calle, así como tampoco han informado de la captura del mercenario libanés Jayssam
Mokded Mokded, detenido junto a dirigentes de la oposición venezolana cuando
adelantaban planes terroristas.
La guerra psicológica contra
Venezuela a través de la desinformación también utiliza la creación de falsos
enemigos difundiendo la supuesta injerencia cubana en las decisiones militares
y políticas, pero no informa que la única injerencia de los cubanos en
Venezuela es la de aportar sus experiencias en programas contra el analfabetismo,
mejoramiento de la salud y educación para los venezolanos.
Es una estrategia de miedo y
desestabilización que se instaura utilizando la mentira, la desinformación y el
boicot a la economía. Recordemos nuevamente las palabras de Gene Sharp para
entenderlo: “nosotros combatimos con
armas psicológicas, armas sociales, armas económicas y armas políticas”. Y
los disparos de esas armas económicas alguna vez llegaron hasta Chile para
generar condiciones de desabastecimiento e inflación antes del golpe de Estado del
11 de septiembre de 1973. Contra Venezuela también han disparado, y el Gobierno
del presidente Nicolás Maduro respondió promulgando la Ley Orgánica de Precios
Justos contra el acaparamiento y la especulación, lo cual desató el nuevo
intento de desestabilización del país por parte de la oposición golpista.
Hoy el pueblo venezolano
nuevamente ha salido triunfante de este nuevo intento de golpe de Estado contra
la Revolución Bolivariana que fue elegida democráticamente para gobernar. Sin
embargo, el daño estriba en la mentira y desinformación que imponen una visión
errónea sobre el proceso que inició con Hugo Chávez en Venezuela. Porque es un daño
pensado para sembrar temor y miedo a nivel internacional, y que en el caso de
Colombia pretende alejarnos del sueño de luchar por otro tipo de Gobierno
diferente al neoliberal que solo ha dejado hambre, miseria, corrupción y la
entrega de la soberanía de nuestro país.
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