No queremos ser aves del mal agüero, pero aún nos asaltan muchas dudas sobre el posacuerdo, si de verdad se piensa en la paz debemos educarnos para ella.
2016/ Edición Mayo/ Editorial


La gran mayoría de los colombianos tenemos la fe infinita que se dé la firma de los acuerdos que permitan poner fin al conflicto armado interno en nuestro país y muy especialmente la ruralidad, la comunidad campesina que ha sido en últimas el verdadero testigo de la guerra, con todos sus horrores y degradaciones, pues han sido los campos colombianos el escenario de la más cruenta y sangrienta lucha entre el ejército de Colombia y la policía, contra las grupos insurgentes y estos a su vez contra los paramilitares.

Realidades históricas que todos conocemos y que han manipulado unos y otros de acuerdo a sus intereses, a su filosofía política pero que ha generado mucho dolor, pérdida de vidas humanas, depredación de nuestros recursos naturales, atraso, desolación, desplazamientos forzados, la estigmatización de nuestros campesinos y la grave radicalización del país.

Hoy nos han ilusionado con los famosos discursos del Post-acuerdo que algunos otros equivocadamente han llamado posconflicto, que habrá ríos de leche y miel para las zonas donde ha existido el conflicto armado, que debemos prepararnos o al menos los campesinos y sus gobernantes para presentar proyectos, porque en ellos está la salvación de la patria.

Esta tesis de los proyectos la compartimos pues sabemos que sin ellos no hay forma de bajar o llevar recursos a ningún territorio. Preguntamos entonces, ¿se ha emprendido ya un ciclo de capacitaciones a los campesinos víctimas del conflicto, a quienes habitan estas zonas y a sus gobernantes para no solo conformar las organizaciones campesinas sino aprender a elaborar esos proyectos sin que se convierta en una verdadera odisea lograr la aprobación de alguno de ellos, sino es que terminan siendo manejados por los politiqueros de siempre?

Nuestra preocupación entonces, compartida con muchos colombianos es ¿de dónde saldrán los recursos para el posacuerdo? Si este país tiene un hueco fiscal de más de 36 billones de pesos y una deuda pública por encima de los cien mil millones de dólares, donde están entonces los recursos que financiarán los proyectos y compromisos adquiridos por el gobierno con los colombianos víctimas del conflicto y con el movimiento guerrillero, pues hasta ahora no se han visto los recursos de la cooperación internacional o el aporte de los países que apoyarán esta etapa del posacuerdo y el temor que nos asiste a mucho es que solo se realice la transversalización de los actuales recursos de los distintos ministerios y demás instituciones estatales como un sofisma de distracción.

Creemos que si el presupuesto que hoy se dedica a la guerra se le cambia el rumbo y en lugar de mantener unas fuerzas militares con el presupuesto más elevado de Latinoamérica, éste se reduce a su mínima expresión y se enfoca en la inversión social y la atención de la etapa del posacuerdo podremos salir airosos de ese trance histórico.

Pero existe una preocupación más grande que la económica y es el de la seguridad. ¿Quién va a proteger a los campesinos de la delincuencia común, de los robos de ganado, asaltos a fincas, atracos en las vías, robo de vehículos, entre otros hechos delictivos que ahora se están presentando en las zonas que eran de dominio de la FARC? ¿Quien ayudará o controlará el consumo y el microtráfico de sustancias alucinógenas en los sectores de zona rural hoy apoderados de corregimientos y veredas ante el repliegue de las guerrillas que eran quienes imponían el orden? ¿Se darán el banquete con los recursos destinados para los campesinos aquellos falsos liderazgos representados en fundaciones y asociaciones de bolsillo de los congresistas, diputados, concejales y gobernantes corruptos, que han venido desangrando el erario a nombre de las comunidades campesinas siendo engañadas con migajas mientras entre políticos corruptos y representantes de esas organizaciones se enriquecen a su costa?

Cuál de los alcaldes del Centro Norte del Departamento del Valle del Cauca ha estructurado una oficina encargada del posacuerdo, en lo que tiene que ver con la educación para la paz, la estructuración de proyectos y la participación efectiva de los campesinos y demás víctimas del conflicto armado en decisiones que serán trascendentales para definir el futuro y verdadero bienestar de la comunidades.

No queremos ser aves del mal agüero, pero aún nos asaltan muchas dudas sobre el posacuerdo, si de verdad se piensa en la paz debemos educarnos para ella.

0 comentarios :

Publicar un comentario

 
Top