Hablar de la educación y la paz, el perdón y la paz, el arte y la paz, merece muchos encuentros y muchas acciones, y obliga a los gobernantes a escuchar a las y los artistas que reclamamos y luchamos por la libertad, por la paz con justicia social.

2015/ Junio/ EconoticiaS/ Por: Isabel López

El encuentro en tomo a construir país-paz es siempre un enlazamos, reconocemos, resucitar las utopías, alimentar las luchas.

Así ha ocurrido en Bogotá en abril de 2015 en “La Cumbre Mundial de Artistas por la Paz”. Escuchar las maneras como reconocemos Colombia y Latinoamérica, reconocemos -o no- en la historia herida de los otros, en las heridas visibles del otro. Tener en la mesa hablando de país-paz a una abuela de la plaza de mayo (sobreviviente a la dictadura Argentina) y a una madre de Soacha (madre de un falso positivo en Colombia) es acercamos al dolor que obliga la lucha... tener en escena a artistas que han sido perseguidos, exiliados, torturados y que aún resisten, eso es fortalecer nuestra lucha, escuchar a una voz rebosando de odio y a un maestro que habla desde su caminar incansable es también reconocer que si seguimos en guerra es porque no todos vamos hacia el mismo lado, que seguimos entre nosotros hiriéndonos porque mientras unos creen y luchan, otros atropellan, seguramente porque consideran que las balas pueden más que las acciones de paz.

En columnas anteriores en EconoticiaS ya había expuesto sobre este tema, “el arte en la construcción de la Paz”, “la solidaridad de las y los artistas en las luchas de los pueblos” y ese sentir se vio reflejado en esta cumbre, donde estuvimos de acuerdo en que el arte se hace imprescindible en este camino, porque nos humaniza, nos sensibiliza, nos permite el grito y la ilusión. Cito a Enrique Buenaventura: “el arte no solo sirve para decir lo que uno tiene que decir, también sirve para decir lo que uno tiene que callar”.

El encuentro es necesario, sobre todo porque nos permite entender la importancia y la grandeza que tiene el arte en este construir país, amar patria, construir paz –no cualquier paz, sino la paz que rescata la memoria, que reconoce a sus muertos, que reconoce a sus víctimas, la paz que nos llega con garantías de vida digna.

Hablar de la educación y la paz, el perdón y la paz, el arte y la paz, merece muchos encuentros y muchas acciones, y obliga a los gobernantes a escuchar a las y los artistas que reclamamos y luchamos por la libertad, por la paz con justicia social, queremos, soñamos y luchamos desde nuestro quehacer artístico por un país diferente, justo, donde la memoria es maestra, donde se reconstruya la historia y la que escribimos tenga un quiebre, un punto de paz.

Aplaudo que con la cumbre se llevó a cabo el festival de Teatro y conflicto organizado por la corporación colombiana de teatro, aplaudo a las y los artistas que participaron en dicho festival, aplaudo el arte que devela la verdad, que desmiente al verdugo, que abre los brazos a las heridas y los ojos a la indiferencia. Somos artistas de una generación que exige paz, que ha crecido en medio de la guerra pero se olvida de ello. Somos artistas en Colombia herida y debemos escribir la historia que nos pertenece. Para ello necesitamos seguirnos encontrando, seguir proponiendo, seguir luchando.

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