Seamos sinceros un chancletazo, un correazo o una nalgada a tiempo no mata a nadie pero si logra, si es aplicada a tiempo, enderezar el camino y llevar al muchacho por las sendas correctas.
2016/ Edición Marzo/ Por: Arbenis Petit López
Es común escuchar por todos los medios de comunicación la proliferación de
noticias relacionadas con el accionar de los jóvenes en aspectos
delincuenciales que nos obligan a pensar en la imperiosa necesidad de encontrar
soluciones que si no permiten la terminación del problema por lo menos la
reducción a su más mínima expresión del mismo.
Siempre
hemos sido del pensar que le ocasionaron al país un tremendo mal quienes, a lo
mejor con la mayor buena fe del mundo, determinaron legislar en defensa de lo
que ellos llamaron los Derechos del Menor y le quitaron a padres, educadores y
hasta las autoridades la autonomía que tenían para formar a los jóvenes dentro
de parámetros que siempre fueron efectivos y eficientes y permitieron que, hasta
quienes ahora se oponen a sus métodos pero fueron formados dentro de ellos, esa
juventud creciera en ámbitos de educación y respeto sin que nadie se sintiera
traumatizado e inhibido para desarrollarse en sus medios de acción, que es el principal
argumento para implantar esas normas legales que prohíben a padres y educadores
hasta llamarles la atención a los muchachos so pena de ser objeto de demandas y
castigos por la supuesta violación de los derechos del menor.
Pregunto,
con todo respeto, y espero respuestas serias y verdaderas a quienes nos hacen
el favor de leernos: “En su niñez sus
papás nos les dieron un correazo, un palmada en fin le aplicaron un castigo para
frenar sus ímpetus juveniles y con eso les ayudaron en su formación por el
camino recto que los condujo hasta la posición que hoy ocupan sin sentirse con
trauma de alguna naturaleza?” Entonces considero que coincidirán en que un
medio eficaz y hasta eficiente que nos pueda llevar a iniciar un plan para
detener el desenfrenado accionar de nuestros jóvenes, muchos de ellos inducidos
por el consumo de alucinógenos, es la devolución a esos maestros, padres y
autoridades en general, la facultad de poder reprimir a su manera en los
hogares, las escuelas y donde sea necesaria a la muchachada que al paso que
vamos y por el camino que han determinado seguir los llevará más tarde a una
carrera delincuencial que los conducirá indefectiblemente a las cárceles o en
el peor de los casos a la muerte en forma violenta como resultado de sus acciones
irregulares.
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