También se sabe que nadie obedece disciplinas de partido y muchos son los candidatos al Concejo o la Asamblea de un partido o movimiento, que apoyan a candidatos a la alcaldía o gobernación de otros partidos, de acuerdo a como se reparta la marmaja.
2015/ Edición Agosto/ Por: José Eider Gómez

Hace unos cuarenta y tantos años, hablar de política tenía nombres propios y colores definidos: Rojo, Azul, Rojo-blanco-azul, Rojo intenso y pare de contar. Pero llegaron la elección popular de alcaldes y la Constituyente, y mandaron a recoger los trapos para lavarlos en casa. De ahí salieron, como después de una sobredosis de blanqueador, desteñidos, combinados y rasgados. Con la Constituyente, y en aras de la pluralidad, aparecieron movimientos de cuanto 'movimiento social' había en el país. Estos fueron desapareciendo, así como, por obra y gracia de la derecha, desapareció la UP, para resucitar ahorita, no más.

Otros fenómenos generaron otros partiditos y movimientos: de la antigua Alianza M-19, se desgranaron varios grupos para sostener congresistas; quienes hoy arman nuevos movimientos para repartir avales en las piñatas electoreras. Los conservadores se han llamado de tantas maneras que sólo ocultan el tinte azul variopinto de sus intenciones. Fenómenos actuales: la U con sus colores de mango pintón, que tiene en su poder el mayor frasco de mermelada; Cambio Radical que también goza de una buena cucharada; el MPU, de Juan Carlos Martínez Sinisterra, que ha engendrado Pines, adeenes y otras especies, apoderándose de buenas tajadas de los recursos regionales; y el Centro Democrático cuyo único producto a vender es la cara, también desdibujada, del Innombrable. Por su lado, el Polo Democrático, dadas sus intrigas internas, tiene momentos de fulguración; pero el desprestigio de los Moreno Rojas, terminó por desteñirlos aún más.

Hoy nadie puede decir en qué color milita y, así como es común decir que el amor dura tres meses, si acaso, las relaciones amorosas de los politiqueros apenas duran hasta las elecciones. Aunque, también se sabe que nadie obedece disciplinas de partido y muchos son los candidatos al Concejo o la Asamblea de un partido o movimiento, que apoyan a candidatos a la alcaldía o gobernación de otros partidos, de acuerdo a como se reparta la marmaja, majito querido. Por eso, cuando el partido o movimiento que entregó los avales, aplique sus estatutos, más de uno se va a llevar su palmo de narices. Mientras tanto: ¡Que viva la promiscuidad!


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